Quedan 18 días. ¿Y si...?

Cualquiera puede equivocarse.... ¿y si resulta que lo que nos ocurre al llegar este tiempo no es causa de una enfermedad a la inversa como reza desde hace unos años tras el título del blog? ¿Y si se trata de otra cosa? ¿Y si las fiebres que nos hacen perder el sentido de forma progresiva hasta alcanzar la mañana soñada de Domingo de Ramos no las produce ningún cambio de estación que sigue su ciclo repetitivo año tras año? ¿Y si fueran otros los motivos? ¿Y si no bastara con los instantes de silencio ante un soberbio altar de cultos o con el delicioso sabor de las torrijas de mi madre o con el cruce inesperado de un ensayo de costaleros? ¿Y si no fuera ninguna de estas cosas el verdadero motor de este cambio de nuestras personalidades? ¿Y si fuera que me reconcilio cada año con esta ciudad? ¿Qué puede ser lo que me pasa que donde hay muros desconchados veo lienzos de pintores de la luz o que sienta ilusión, ganas de vivir y fortuna simplemente por pisar sus calles? ¿Y qué todo esto ocurra cada año durante poco más de un mes? ¿No será que me enamoro de mi ciudad y luego todo pasa para esperarla durante un año? La ciudad parece que cada primavera mudara su piel para ponerse guapa y engatusarme. Y me enamora. ¿Será esto verdad?

Este texto está inspirado en unas palabras de Rocío donde me contaba su versión de esta extraña fiebre que nos hace sentir la cuaresma, y que llamamos cuarentena.
Gracias Rocío