Quedan 21 días. El ingrediente secreto

Podemos pensar que el explosivo del azahar , el envolvente del incienso, el engatusador de las flores frescas de un palio o el mismísimo aroma de un puchero recién hecho son los olores que desde siempre hemos vinculado a estas vísperas, a la Semana Santa, a esos recuerdos que quedan guardados y cada año resurgen como resortes para dar sentido palpable de lo que está por llegar. Son los olores de la cuaresma, sin duda. Que esta ciudad los entremezcla para darles la forma que necesita.
Pero siguen sin resolverse las incógnitas, ¿de dónde viene el ingrediente secreto que lo purifica y lo hace mágico? ¿cual esa esencia que permite la unión de todas las moléculas para producir la combustión que nuestras pituitarias necesitan para reaccionar? ¿por qué cada año tiene diferente fuerza?
Cada año, durante las primeras semanas de cuaresmas, en las casas de la ciudad, se rebuscan en armarios, arcones y altillos y se empiezan a elevar al aire telas de hilo gallego, terciopelo verde, merino, ruan, tergal, todas, todas, al contacto con la luz que entre las persianas de esa mañana ha entrado a escondidas van haciendo suyo cada rincón de la casa, del patio, de la calle. Son túnicas que sirven de almohada a escudos, medallas, guantes, espartos, hebillas, cíngulos, papeletas y fotos... muchas de ellas volverán en pocos días al mismo lugar a la espera de mejores ocasiones y oportunidades y otras se harán un hueco en la jornada laboral y familiar de tantas semanas santas agobiadas por las necesidades..... la ciudad ya puede comenzar a rodar, la pasión tiene su perfume devocional que ha permitido un año más guardar la esencia. ¡Ya huele a Semana Santa!

Este texto está inspirado en unas palabras de Manolo Ruíz donde me descubría uno de los secretos mejor guardado de la ciudad, y con su venia, aquí he modelado al estilo callejonero.
Gracias Manolo