Un anónimo -como el hermano del tramo cuarto de una cofradía centenaria y de las de más de mil quinientos nazarenos que sin ver ni oír nada hace su estación de penitencia- cabalgaba sobre folios y teclados de ordenador. "La chicotá hoy es de viernes" - "Yo la voy a pegar a paso de mudá, hasta
que el reloj marque las 8 de la tarde. A partir de ese momento, sobre
los pies, poquito a poco..." y seguía trabajando, soñando con ver La Borriquita bajar la rampla.
Todo cuenta.
Todo suma.
Todo vale.
Y consiguió aislarse, porque los sueños, sueños son y por un instante el único sonido era el de los diputados de tramo nombrando parejas en el interior de la iglesia. Desde las cuatro esquinas salían las voces que se encadenaban juntas buscando la salida por la parte alta del coro.
La entrega, desde cualquier sitio... importante.
Muy importante.
No lo saben en la oficina pero en un cajón tiene las estampitas que ya no le dejan tener en casa. No se tiran. Cuando tiene unos segundos le gusta repasarlas. "Con la de cosas
que tengo en la cabeza... ¿por qué será que recuerdo de cada una de
ellas el momento de recibirla y a la persona que me la dio?"
Está en todo.
Lo importante, en todo.
Lo único en todo.
*Ficción basada en los comentario que en este blog nos ha ido aportando Miguel Andreu, ¡gracias!
2 comentarios:
Las gracias hay que dártelas a ti, por hacer de esta cuarentena cada año algo dulce.
Lo he intentado, sé que he fallado algunos días, pero mi intención sabías cuál era.
Ya está esto aquí.
Un abrazo.
Muy bueno, Antonio. Como un día le descubran esa caja a Miguel le van a quitar de un plomazo unos cuantos años de esos que le convierten en un señor mayor :P
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