Sonrisas.

Difícil es dejar de mirarlos una vez los divisas. Sus sonrisas son una música imprescindible desde el primero hasta el último de los días. Los niños nazarenos. Si tras el antifaz no eres capaz de distinguir sus nervios, su felicidad, su música, igual es que no estás pendiente de lo importante. En los adultos, sus manos y sus gestos son delatoras pero en los niños, la  cara como a ellos no se les ve pero sí se traspasa. Son el libro donde buscar las respuestas.

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