#Quedan18
No tienen cofradía ni tienen pasos. Ni bandas de música. Ni les acompañan por la calle miles de nazarenos en silencio que responden sólo ante el golpe seco de un palermo. En ocasiones, puede que le llegue el chapaleo de una fuente cercana o el murmullo de una calle comercial siempre transitada. Como una bruma que envuelve un amanecer en la dehesa de Tablada.
El objetivo de aquella mañana era llegar a San Antonio para plantarse como cada último martes de cada mes frente a San Judas Tadeo pero caminando por Imperial se detuvo ante el retablo de la Virgen de Guadalupe que tantas veces había visto pero no sabe aún por qué esta vez se paró y decidió entrar. Llegó hasta la plaza de San Leandro, sonrió al ver a unos jóvenes subido a uno de los bancos con dos litros y muchas risas lo que ahora sería un cuadro costumbrista sin duda, sin duda alguna. Y entró dentro por la puerta que corona el corazón en llamas de los agustinos dejando a su derecha la blanca cal y el retablo de Santa Rita de Casia.
Y allí dentro, difícil es no quedarse a mirar detalle a detalle el retablo del altar mayor de Duque Cornejo o el de San Juan de Martínez Montañés , y es que no es sólo lo que hay, es lo que hubo, lo que queda, un libro de historia del arte ante nuestras narices. Es difícil salvo que fueras con otra firme convicción, y esta vez, cambiando de intermediario y recuperando para la memoria lo que una hermana de Santa Cruz, de las más antiguas ya cuando se lo dijo y no era nada habitual que una mujer lo fuera, en San Leandro, también bajo la mirada de San Judas Tadeo ve a hablar con Santa Rita, ella suele enfocar las cosas de otra manera. Y ese fue el día que se olvidó de continuar por Descalzos, Cristo de Burgos, Ortiz de Zúñiga, Santillana, Encarnación, Compañía, Goyeneta, Francisco de Peslmaeker, Vargas Campos, Santa María de Gracia, Campana y Alfonso XII.