El último palio

#Queda1

Aquel acabaría siendo el último palio aunque realmente no alcanzó ese estatus hasta un mes y cuatro días después. En ese período fue simplemente uno más, visto fuera de temporada pero con matices que luego resultaron significativos, especialmente significativos, cerrando círculos tan profundos como lo es la propia vida. Fue un 24 de octubre.

No ibas a ir pero fuiste, fuimos los dos, venga te recojo y vamos andando, quizás lleguemos cuando vaya bajando de San Martín a la calle Feria o luego por la Plaza de los Carros.

Pasamos por calles donde me habías enseñado como ver las cofradías, y hablamos de aquellas semanas santas y de las actuales. Y llegamos a donde la Cruz de Guía giraba para Alberto Lista viniendo de Saavedras, volvía por donde había entrado, y allí esperamos. Y seguimos hablando. Y de pronto la primera costura que le saltó al traje y que no vi hasta pasado el tiempo, sonaba la Agrupación Santa María Magdalena del Arahal detrás de aquel paso que era un palio, otra coincidencia complicada, y sonaba como tras aquel Misterio que cautivaba a los niños del barrio, calor, globos, terciopelo morado y puente. Papá, yo quiero salir de nazareno. Aquel año, recuerdo, hice con mi varita la mitad del recorrido y aún me quedaron fuerzas para pedirte que me llevaras a ver el Misterio, y a los xilófonos, como en ese instante parecía estar todo el mundo disfrutando con la anécdota, tras un pasopalio.

Recuerdo nos dejó un sabor de boca maravilloso todo el cortejo. Y te comenté que nos fuéramos si estabas cansado pero no. Otra costura. Vamos a tomarnos algo mientras da la vuelta, vamos por aquí, callejear, que nos gustaba rebuscar calles para movernos de un sitio a otro . Y luego la vemos frente a Montesión. Y tapeamos como si de, no hace mucho, aquellas noches de Domingo de Ramos que nos íbamos a rematar con el Amor y Amargura. Qué bien cuadraban los tiempos yendo a ver cofradías contigo. Nunca nos faltaba nuestra cervecita y el chipirón plancha en la Alfalfa. Y el último palio estaba cerca. No sabía que iba a ser el último. Cambiaban la banda justo al llegar a la capilla. La calle llena de gente. Entró dentro y salió ya vuelta. Creí que lo había olvidado y lo revivo cada vez que me desvelo. El último palio que vimos juntos y lo disfrutamos como nunca.

Este año la Hiniesta la veré seguramente temprano,  por la muralla, o ya de recogida por sus callejuelas que van a parar a la Moravía. Y pasará la caoba que enamora a quienes saben pegarse a su costero para no abandonarlo y llegará el último palio que vimos juntos. El último paso que me enseñaste a mirar con los ojos de aquel niño que no quería dejar su puesto en la cofradía y seguía moviendo la varita del jarrón de azucenas en su mano mientras a hombros de su padre regresaba a casa una noche de Martes Santo.