Quedan 2 días.


No tienes que decirme como estás hoy. Este día que enlaza los sentimientos vividos hasta ahora con los de la espera que se termina. Sí, ya ves la punta a la maroma. En dos días verás un nuevo amanecer, de esos que paralizan el tic tac de las manecillas del reloj, ¿por qué se parecerán tanto los amaneceres de los domingos de ramos? incluso aún siendo después días opuestos, ya salga el sol desde primera hora como si termina en esas tarde negras con paraguas y andares a paso de mudá. Da igual, el domingo que viene, sí, el que viene, amanecera(s) como cada año. Mirando al cielo azul de Sevilla. Quizás te pase como a mí, que no aguantamos la espera y aún de noche (gracias al cambio de hora...) esperarás impaciente la puesta de largo del día. Metido en la cama. Callado. Pensando. Soñando. Eso que no puedes explicar y la hace única.

Pero hoy es Viernes de Dolores. La dualidad sevillana vuelve a dejarse notar hasta marcarse tanto que va creando caracteres y formas difícilmente alterables. Habrá quienes lo vivan practicamente como un día más de la cuaresma, acudiendo a algun via crucis, subidas a pasos, septenarios, paseos por el centro y quienes lo vivirán como parte ya inseparable de la Semana Santa, acudiendo a algunos barrios a ver las cofradías, incluso esperándolas en la misma puerta de su casa, por calles muchas veces con más sabor añejo que las del caserío, calles en las que hacen su estación de penitencia. Dependerá de tantos factores como personas puedan tomar decisiones, y claro, el nivel de pérdida de conciencia al que nos aproximamos lentamente también se deja influir. Y habrá quien combine, ¡cuesta tanto cambiar unos hábitos!, y habrá quienes dividan la jornada en estar con la familia aprovechando el sol y habituar a los niños a ver procesiones en los barrios, con calles anchas, cómodas y vueltas a los sones de marchas alegres, y luego -quizás- hacer una escapada, ya metida la noche. Quizás convencenciendo a un viejo amigo para ir a ver algo diferente pero clásico, algo nuevo para ellos pero conocido para muchos cofrades. Quizás a pocos kilometros de la ciudad, allí donde tras el recogimiento y la música fúnebre de nazarenos de morado y capa pueda brindarse por lo que se nos viene encima con algun caldo de la Bodega Góngora. Quizás.