Quedan 31 días

Vimos la puerta entreabierta. Me pareció raro y dude en entrar o seguir caminando pero fue tu interés no esperado el que me armó de valor para empujar la pesada puerta y salvar los escalones en la semioscuridad y atravesar el segundo portón. Allí nos encontramos con un silencio familiar y una claridad inusual. Nada parecía dar luz a la nave y sin embargo por el lateral, al fondo, un resplandor dirigía nuestros pasos, nuestras piernas, nuestras miradas, nuestros cuerpos. Allí, en las alturas, rodeado de más de cuarenta cirios, el triple me apuntaste al salir que habías contado, allí, estaba la imagen cristífera. Nunca la habíamos percibido de esa forma. Siempre había defendido la cercanía de las procesiones frente a la distancia de los altares de culto. Y sin embargo nos pareció más cercano que nunca. Desde aquella ocasión, todos los años se repite el rito. Quedamos para buscar alguna puerta entreabierta.