Quedan 36 días.

Manejaba la hoja de cálculo como si la hubiera conocido desde aquellas versiones primigenias y que ahora se ven tan rudimentarias. Sumaba y restaba. Calculaba sin parar. Ajustando el presupuesto, no desechaba ni uno ni cuarenta céntimos de euros, ni mil ni cuarenta mil . Comprobando a diario de donde se puede sacar para ampliar por donde más se necesita. Él fue claro cuando le dijo que sí al candidato a hermano mayor. Estaría siempre al servicio de los hermanos por encima de todo lo demás. Y ahora era momento de cumplir a rajatabla lo prometido. La palabra hermandad debía ceñirse al diccionario en su segunda acepción, la de unir voluntades. Sea todo por la crisis. Sea para siempre. Y sea visible.