La felicidad.

La banda sonora de muchas vueltas del trabajo tiene sonidos de primavera, en pleno invierno. Sin plazas ni naranjos en flor, sin nadie. Sólo ellos. Al fondo de la avenida los escuchas cada día cuando te bajas, andas deprisa, huyes buscando tu casa. Ganas locas de parar la maquinaria que mañana hay más pero ellos siguen. Al final de la avenida donde no llega ningun autobus, allí en la rotonda siguen sonando. Hoy que volvías con un compañero, llovía a mares pero al bajar del autobús se detuvo el agua, se despejó la noche, aquellos golpes de tambor parecían decirte algo. Y lo dijo, tu amigo, "¿nos acercamos?". No volvió a llover más hasta el día siguiente. Os comprásteis unas latas en el chino para escuchar música que no sonó en los pregones pero que resuena en las cabezas de los que hacen esto grande, sin saberlo, y qué sabe Dios soltarán luego en las redes, cómo si eso te importara, ahora volvías a casa contento, por fin una vez, silbando Cristo del Amor...