Quedan 37 días.

Y por el Callejón de la Inquisición bajó hasta el río.


Continuando su paseo siguió hacia el puente pasando por ese paisaje que le hacía sentir que estaba en un lugar privilegiado, en otra ciudad, siempre pensó en lo europeo que era ese tramo del río, esa calle ancha por cuya acera andaba ahora. Tampoco lo entendí pero le dejé hablar, sabes, me decía, ahí justamente tenía lugar cada año una historia curiosa, la de su amigo Sánchez, un hombre mayor que durante Semana Santa tomó la costumbre de salir de su casa en la calle Fabié para plantarse con su silla, y algun nieto, a ver cruzar por el puente la cofradía trianera de la jornada. Todas a la ida, hasta la Esperanza que no pasa a una hora fácil para coordinarlo con sus pastillas de la ansiedad, como él relataba. Y la historia no se quedó ahí, parece que durante algunos años la noticia corrió por el arrabal y se le unieron algunos curiosos a este palco en la mejor avenida posible.