Calle abajo. Curtidurías se hacía sola. Era momento de reponerse. Pararse en San Antonio sólo trae buenos recuerdos. Una cerveza. La calor no se asoma timidamente. Para la segunda, ya ha vuelto a su ser que dirían las abuelas. Y se acuerda del niño de Juani y Carmelo que sale en el Buen Fin, y como era su primer año (y desde entonces no falla) le recordó en varias ocasiones que iría a verlo, que le guardara un caramelo pero mi amigo perdió el sentido del tiempo que aumenta el gozo y disminuye el control de las distancias por hacer lo que constantemente le pide el cuerpo y que se ve a leguas leyendo sólo su caminar pero en aquella ocasión había olvidado ir a ver al niño de Juani y Carmelo. Eso no lo iba a permitir. Había visto la cofradía a primera hora y pensando que luego podría acercarse pero no, no, no lo hizo y ahora recordaba ese acudir deprisa a este mismo punto, y llegó (otra vez justito), nazareno ¿me das un caramelo? ¿y si no te lo doy? le replicó el niño riendo, ¿si no me la das? no se sabe si sonriendo o llorando, con esa mueca que en ocasiones nos dibuja situaciones así, ¿si no me la das? y miraba a sus padres sin duda orgullosos, te voy a querer igual, con locura siempre ya lo sabes y con lo memorión que eres te acordarás de mi cara toda tu vida pero dame el caramelo que vengo desde Nervión con la lengua fuera y necesito azucar miarma.
Al final del túnel
Hace 1 mes