Quedan 4 días

 

La calle Farnesio es como dos mitades de cualquier cosa, muro y vida, cal y albero. Hoteles y pensiones. Estrechez para alcanzar a Fabiola. Y lo reciben dos banderas europeas. Chipre y Bélgica. Y como tantas confusiones nada que ver el nombre de la calle con este último país y sí con el cardenal Nicolás Wiseman autor de una novela con ese nombre y que naciera en la misma calle. Me dice mi amigo riéndose, si supieras que hay algun guía lowcost que le cuela lo primero a los guiris... y entonces volvió a la nostalgia imaginada, ¿sabes cuál es el balcón qué más problema da a la Semana Santa de Sevilla? Pues aquí está. Ea. Con lo poco que me gustan los balcones. No nos traen nada bueno. Como la rampa reversible que iban a poner en Santa Cruz. Tu sabes la de cuestiones que les hemos colado a los de la radio. Sigue anda, y siguió por la calle dedicada al leonés Guzman el Bueno y se paró mirando hacia la Parroquia donde tras avanzar unos metros se paró y me dijo, aquí es donde todos los años me pongo, y le pido mientras sale ¿sabes? le pido por la gente que se alegra de verme, por las que leo en sus sonrisas palabras sinceras, sí, ellos son la gasolina que necesito. Gente a la que no tienes porque ver mucho pero en un cruce, en un escalón, en una parada de autobús, en cualquier sitio e incluso en una bulla les tocas la mano y te lanzan un beso. Por ellos cada año. No fallo nunca. Y hasta el final de la calle que llegó, ahora le encantaban las plazoletas aunque estuvieran invadidas de coches, sus balcones, las farolas, las rejas, las pensiones, las bicicletas con cesta y transportín, sus puertas señoriales. Ya todo le gustaba de todas las calle.