Patrimonios

Quedan 25 días. 

Cojo la avenida hacia el río pero al poco me desvío por la de Chile a la derecha pasando entre la Biblioteca Provincial  y el Pabellón de Perú, casi todo ahora Casa de la Ciencia, con sus balcones recordando los que dan a la calle homónima a la ciudad que recorremos. ¿Nos estarían queriendo decir que nos miramos mucho el ombligo? No lo creo, desde el otro lado del charco siempre llegó más de lo que les dimos, y más amor del que podamos darle. Sólo hay que oirles hablar. Y con algo más de calma pero sin dejar de acordame que han convertido en travesía algo que pudiera ser un paseo monumental, llego a los pies del Rectorado, hasta la misma boca del foso en Palos de la Frontera.  Y me apoyo en la barandilla y me acuerdo mirando a la espalda del Teatro Lópe de Vega de un artículo del magnífico blog  Sevillanadas sobre las columnas de la calle Rábida que acababa de andar. Más de mil años de antigüedad y testigo directo de tres religiones. Ahí escondido. Desaprovechado. Como nuestra Plaza Virgen de los Reyes para ser el inicio de una Carrera Oficial que mostrara al mundo un sitio único con edificios irrepetibles. Como que Los Javieres no vuelva a la iglesia de la Compañía de Jesús. Desaprovechadas oportunidades. Como este parón forzoso por la pandemia para poner de verdad en el siglo XXI y a la ciudad que andamos y vivimos, lo más importante de nuestro patrimonio inmaterial, el gozo de la Semana Santa.

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