Recolocándonos

Quedan 24 días. 

Siguiendo la linde de la que la guasa sevillana renombró como curva Dassaev llego a la Avenida de Roma, cuidado, es un sitio que mires hacia donde mires puedes quedarte embobado. Aquí el aire que deja pasar el río empieza a notarse. Me recoloco, que es una expresión que cuando vas de nazareno decimos para recuperar la forma más o menos cómoda que nos permita seguir nuestro camino. Esta vez veo desde lejos donde voy a parar, es el centro de estos jardines de Cristina, la Borbón-Dos Sicilias, esposa de Fernando VII, y siento haberlo nombrado, me da fatiguita y todo, desastroso para nuestra historia, creo que no tiene ni calle, por suerte, y se que había una estatua suya medio escondida en el convento de Santa Clara, bueno sigamos, porque es aquí, en el centro de lo que queda de aquel amplio jardín donde de chico, en diversas ocasiones, disfruté haciendo una de las cosas que más me gustaban que no era otra cosa que preguntar e interrumpir a personas que estaban haciendo sus faenas, como esos músicos de palio de una cofradía que salía a última hora del día que andaban recien bajados del autobús, tomándose un bocadillo, afinando instrumentos, charlando entre ellos, esperando les dijeran, vamos para la salida. Y ahí estaba el niño preguntón, ¿en que cofradía vais? ¿ayer tocásteis? ¿mañana dónde vais? ¿cuántas veces tocaréis tal marcha?

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