No terminas de entender esa cuestión de transmitir de padres a hijos las tradiciones porque aunque lo intentas dando margen a la toma de decisiones, permitiendo que el aprendizaje incorpore elementos ajenos a ti pero pertenecientes al contexto de quien tienes al lado, aunque ves de diversas maneras el interés por ir ganándole al tiempo en forma de nuevos logros que te hacen sentirte orgulloso, contento, feliz por ver su felicidad ¿seguro que es sólo por eso?
Tu felicidad tenía un acicate escondido, no lo contaste a casi nadie, no al menos tan directamente, se debía más a que durante esas horas, nazareno tras nazareno, en la Cuesta del Bacalao, ese Miércoles Santo, Buen Fin, La Lanzada, nazareno me das cera, qué vienen los ciriales, a los penitentes no se les piden caramelos, la noche, y minuto tras minuto, fotograma a fotograma la película se estaba transformando y eras tú el que estaba allí preguntando por las figuras de los pasos de misterio que venían por Alemanes fuerte y p´arriba.