Patrimonio humano

Su hermandad, por la lluvia, se había refugiado en esta parroquia, conocida por ellos por pasar tantas veces por delante vestidos de nazarenos y con sus padres buscando cofradías. Incluso alguno recordaba haber entrado a ver pasos pero ahora habían accedido de forma acelerada, empapados, casi ciegos por las prisas, confundidos entre los tramos, con el capirote que se les ladeaba, con la emoción de aquella experiencia nueva, con el sufrimiento de sus diputados de tramos, ¡qué abrazo se dieron con Carolina y Esther varias horas más tarde ya en su templo de salida las lágrimas de la calma no pudieron aguantarse más! Qué mal lo pasaron ellas aunque en ningún momento perdieron la calma ni la sonrisa cuando su rostro quedaba al descubierto. Qué bien lo pasaron aquellos niños en aquel rincón tras la reja de aquella parroquia de donde salían otras hermandes que no habían visto en la calle nunca.
 
Nunca olvidarán aquel Cristo Crucificado, aquella pila bautismal y aquel cuadro del Señor al que le están echando agua por la cabeza. Mira, como a nosotros, nuestra primera mojá, dejando en el recuerdo ya para siempre las palabras de Alejandro, el más chico del grupo, para cada Lunes Santo cuando vuelven a encontrarse en los últimos tramos de la Virgen de la Salud.

Reja entreabierta de la capilla bautismal de la Parroquia de la Magdalena
Reja de acceso a la capilla bautismal de la Parroquia de la Magdalena