Una docena de huevos por Santa Clara.
Media docena de torrijas en una bandejita.
El doble son los nazarenos que irán con cada paso en el Santo Entierro Grande.
El doble eran los caballeros que regían los destinos de la ciudad.
Doce eran las estampitas que seleccionadas con mimo guardaste en la caja de latón el año pasado.
Y doce, sólo doce, son los días que quedan para cruzarnos por la muralla, sonriendo, siempre sonriendo, con los sones de Arahal de fondo, este año más temprano que nunca, Cristo de San Julián nos veremos, te veremos y seguiremos pensando como me dijo aquel señor mayor, abuelo de un amigo, cuando te recogías deprisa en un Domingo que ni siquiera a la muralla llegaste, como me dijo aquel señor con tanto vivido, mira niño, sale a la calle para bajarnos los humos a los humanos, por eso allí estaremos. No lo dudes.