Claro que puedo

 #Quedan38

Claro que puedo decir lo que me gusta y lo que no. Balón al suelo.

Ahora parece que para decir si un cartel te gusta o no hay que tener dos carreras de humanidades y un master en no se qué. No. Para decir que una obra no te agrada o te flipa sólo hay que tener criterio, el que te marque tu propio gusto, no el del vecino, no el de los que te leen. Si los criterios de otro no te gustan, pues te aguantas, lo silencias, lo dejas de seguir o te apuntas a un curso de rizado de palmas que el Domingo de Ramos está al caer. ¿Y sabes que se puede cambiar de criterio con el paso del tiempo y no pasa nada? Evolución, querida, evolución...

Cuando veo un cartel anunciando una Semana Santa o cualquiera de sus variantes, dado que pertenezco al colectivo de los no iniciados, me planteo resolver dos incógnitas ¿qué me quiere contar? porque sin relato detrás no hay anuncio que valga y ¿voy a descubrir como ve el autor lo que tantas veces servidor ha vivido o tengo perdidas referencias? Y es que lo que a mi me interesa y hace que le de un sí rotundo son los carteles que hablan y describen una visión que casi nunca coincidirá con la nuestra porque lo ha pintado o compuesto otra persona.

Y me llevó esto a Amacord, de Federico Fellini, el director que contaba lo mismo que sus colegas cineastas crecidos también en el realismo italiano pero siempre desde su visión del mundo, desde su mirada distorsionada, de hombre y mujeres contrahechos y narigudos, de paisajes imposibles en laberintos absurdos. Nos contaba lo que el pensaba convencidísimo era su realidad

Y de aquí al cartel de Gordillo para la Hdad. de la Macarena. A mi me gusta porque alguna vez a lo lejos así he visto a La que estaba en San Gil.