#Quedan34
En alguna ocasión ya he escrito sobre esto, realmente casi siempre estamos hablando de lo mismo por lo que espero no parecer un villancico repitiéndome...
La forma de que tenemos de ver cofradías va evolucionando y va íntimamente ligada a la edad y a lo que se ha ido viendo. Gusta al principio ver mucho, querer atraparlo todo, con tan sólo unos bocatas liados en papel albal y las hojas del programa de cofradías en el que ya no se distinguen esa lisura con la que llegó a ti el viernes de Dolores. He corrido (o andando muy deprisa) para llegar a una esquina concreta, remetiéndome entre la gente, buscando aquello que me habían contado, y que no debía perderme. He cangrejeado, y me han llevado en volandas subiendo la Cuesta del Bacalao. Muchas veces preocupándome de que no se me perdiera nadie, y disfrutaran como yo disfrutaba. Me sentía más vivo que nunca.
Y desde hace bastante tiempo, sabemos lo vivido y queremos reconstruir nuestra propia Semana Santa. Nos gusta más que antes pero tenemos que elegir, y sabemos que hay que hacerlo, combinando riesgo y conservadurismo. O lo que es lo mismo, ahora quiero pararme y ver como un nazareno gigantón levanta lentamente la Cruz de Guía y se pone a caminar. Ahora, me apetece seguir un paso durante un buen rato, buscándolo como si fuera el Guadiana, zigzagueando en su recorrido. Queriendo ser el vuelo de las capas de sus nazarenos.
Me gusta este camino, sin arrepentirme de nada. De vez en cuando buscaré refugio en alguna bulla y otras veces me quedaré inmóvil viendo como un palio se aleja mientras la muchedumbre se vuelve deprisa en el sentido contrario, esquivándome. Que tanto en la teoría como en la práctica un palio es el cielo de Sevilla.