Quedan 31 días.

Tienes que intentarlo para darle sentido a lo que te están repitiendo en los sermones que estos días puedes oír en los púlpitos de nuestras iglesias. Son días de triduos, quinarios, septenarios o novenas. Si estuviste en alguno supongo que te lo repetirían hasta la saciedad. Me imagino que hablarían de ello constantemente y que no usaría el predicador su sitio privilegiado para otra cosa. Si no fuiste, seguro lo habrás leído en el habitual artículo de tu boletín. Y desde luego, no puedes perder un minuto desde que renovaste tu amor a los Titulares en una soleada mañana de domingo. Ya se me ha escapado, y quería reservarlo para el final, he dicho amor, sí, amor, hoy en el día comercial que el calendario dedica a tan manoseada palabra, limitando el amor a un tipo exclusivo, obviando el amor en su versión más universal, más verdadera, más auténtica.
En plena cuaresma nos llega esta mentira comercial. Nosotros debemos contrarrestar todo esto, y como cofrades con mayor fuerza que los demás, hay que llenar de amor la ciudad. Coge a un amigo, a un hermano, a un vecino, iros a donar sangre. Y celebrar el día del amor, dando lo mejor de vuestras vidas. Vuestra sangre, que es vida, que es amor, que es motor para seguir luchando por la felicidad. Allí, en la sala de espera, donde se reponen fuerzas para continuar, allí encontrarás al que dio su sangre, al que se consagró a una vida eterna dedicada a dar vida y amor. Cuéntale como te ha ido la donación. No sufrirás ningún quinario.