Quedan ocho lunas

Y esta es la de Agosto.

Diosa dorada al recibir tu mirada
crecen las sierpes
y huyen
retorciéndose.

Cualquiera lo podría haber escrito bajo su influjo en una larga noche de retrasos y parones. O haber sido argumento concéntrico de rimas y recuerdos para cada pregonero que jalona nuestras aceras. Cualquiera podría haberlo escrito pero quien lo hizo nada tenía que ver con lo que suele relacionarse con nuestra pasión heredada. O sí, no se, quizás algun día si tengo la oportunidad se lo preguntó a Santiago Auserón. Él que además está haciendo el doctorado en Filosofía sabe bastante de lo que es tener veneno en la piel. Porque sin duda, en gran medida, es lo que nos pasa, tenemos metido bajo las capas de la epidermis, dermis e hipodermis pura dinamita, veneno del que no podemos zafarnos. Lo único, mantener indemne nuestra libertad, especialmente la libertad de dudar de cuanto tengo por delante. Descartes nos legó el pienso luego existo que reconvierto, y no me escondo ni me salen fuegos fatuos por la boca, en un dudo luego existo. Lo que no quita ni un hilo del palio del Mayor Dolor y Traspaso a cada pellizco que me recorre el cuerpo cuando selene en primavera planta cara a la Tierra.

Los días son largos y las noches cortas.
No quiero aburriros más.
Gracias a los que seguis buscando la belleza allá donde os encontréis.