Quedan 2 días. Escapadas.

Última semana de cuaresma. Viernes de Dolores. La semana que daban las vacaciones. Superados los exámenes llegaba el tiempo de las vísperas en la calle antes de que nazarenos y músicos las llenen de pasión sevillana. Tiempos en que se hacían las primeras escapadas en solitario con los amigos poniendo a prueba los conocimientos callejeros aprendidos en los paseos paternales y días de Semana Santa que nos llevarán con el paso del tiempo a indexar las calle de la ciudad por la cercanía a sus iglesias y a sus bares. Eran tiempos en que las vísperas pasaban más inadvertidas, creías ir descubriendo tesoros efímeros y valorabas de forma especial la estampita con la foto del Cristo más cercana que nunca que te ofrecían aquellas mujeres de la mesa. Una sonrisa valía más que todo el oro del Perú. Notabas libertad en los pies y empezabas a fabricarte tus propios itinerarios sentimentales incluso volvías a casa cansado pero con ese cansancio que produce la Semana Santa y que empezabas a retener como imprescindible.

Este texto está inspirado en unas palabras de Sergio Palma donde recordaba sus primera sensasiones en esta semana de la cuaresma y con mucho cariño he traducido a lenguaje callejonero.
Gracias Sergio.