No quiero pararme...

La luna parece que no encuentra su sitio con estas calores tardías. Luego vendrá el frío y no nos acordaremos de nuestras quejas. ¡Esta luna es tan cofrade!

Esta luna de otoño primeriza me vuelve melancólico. Quería traer aquí sonidos de esa misma luna buscando el altozano, con sus gentes de una noche, con sus andares, con su esencia exprimida hasta hacerla ley inquebratable pero no puedo, no me sale. Me vienen saetas en forma de interrogantes ¿qué fue antes Sevilla o su Semana Santa? ¿Qué fue antes el silencio de sus dudas o la oración hecha cante? No quiero pararme a responder, no me sale. O acaso no quiero enfrentarme a los miedos, a que desapareciese la ciudad y ya sólo ante la verdad, decidiese desaparecer también con ella.