Candelas.

A la luz de las candelas. Sin palio que ponga límites. Con el peso de la tristeza, esa angustia, esa mala espina que atreviesa el cuerpo llegando el final del Sábado Santo. Bendito cansancio que ya nos avisó en el puente esperando al Cachorro y ahora en la plaza que es el sumidero del mundo, donde todo se consumará, ahí, a la luz de las candelas una voz, un canto, un rezo en forma de llanto quiere cerrarlo todo. No hace falta ver la Soledad para sentirla porque así es como estaremos a esa hora, ese día, solos, sin nadie,  con todo perdido, no hace falta salir en la foto. Sólo queda esperar que cruja la noche. Como está escrito en las invisibles escrituras y en la candelería consumida.


Inspirado en una fotografía de Ernest Fuentes.