Sigue la misma línea que las anteriores la calle Bordador Rodríguez Ojeda pero sabemos que nada es igual... ¿hubiera resistido Juan Manuel la presión de las redes y opinólogos en aquel principio del siglo XX? Quien sabe. No fueron fáciles sus iniciativas. Nada es fácil. Ni lo era en el barroco donde fue figura Duque Cornejo, calle desde la que no se pierde nada la torre campanario, quién mira a quién. Vaya esquina fea, pintadas que no grafitis. Va nuestro amigo con el automático puesto y sigue su instinto hacia San Julián. Mejora su vista, y el cruce con Lira le lleva directamente a la noche del Domingo de Ramos donde sabe que hay que apurar los últimos alientos del día, si hacía nada que estaba abriendo el Salvador a primera hora para cumplir el rito y ahora, a estas horas estaba disfrutando en la estrechez de esa Semana Santa verdaderamente íntima, la del nazareno de recogida de la Hiniesta. Un oasis. Y llega a la Moravia. Tampoco le faltan recuerdos de un palio azul de recogida. Todos los caminos llegan allí. Y se sienta disfrutando el ensanche y su mente se nubla en color sepia y aparece corriendo Miguel que llega tarde al balcón de su tita Encarni, ya sale la Virgen, ya suena la del Judío Errante... año tras año corriendo a vivirlo... llegaba justo a tiempo, desde su pueblo minero en Huelva. Del nombre de la marcha se enteró mi amigo mucho tiempo después cuando despedían a Miguel y no fue fácil descubrirlo pero lo consiguió. Pesquisa tras pesquisa.
Cerca está ya el Domingo de Ramos y pronto sonará Ione, no lo duden.