Quedan 22 días

Esta vez no planteaba ninguna duda la vía por donde encaminaría sus pasos, Santa Clara dejando un  fondo de saco a la  izquierda que sería la envidia de cualquier ciudad, luego por Yuste y en un quiebro se metió por Vascongadas. Las razones que le llevaron a meterse por una calle que enseñaba más de lo que querría esconder la ciudad no me la dio. Prácticamente es darle la vuelta a un solar, vayas por donde vayas, acabas en la calle Estrellita Castro salvo que optes por Reposo pero no fue el caso y me dejó con las ganas porque esa calle tiene una historia que podría haberle contado. Esa manzana ruinosa ejercía un imán sobre él y siempre picaba. Pero gozaba como un niño nazareno con su cesta recién recargada de caramelos, llegaba a la Alameda por su sitio favorito, por la Capilla del Carmen de Calatrava. Respiraba fuerte.

Un día tuvo una pesadilla donde él aparecía en una silla del Palquillo de la Carrera Oficial, concretamente ahí, en la calle Tomillo donde estaba de pie en ese momento. Sí, ahí empezaba. Y ahí estaba él, esperando al fiscal de Cruz de una de las dos hermandades de San Jerónimo. Qué mal lo pasó contaba siempre. Y le pregunté si por haber soñado una Semana Santa que sobrepasaba ya todos los límites conocidos y me dijo qué no, qué no, que era por haberse visto presidiendo cualquier cosa de estas.