En tus calles de nuevo

Quedan 39 días. 

No te voy a engañar, no te voy a decir que me ha pillado como otros años y que embaucado por la cotidianidad dando todo por sentado esta tarde cruzaré su umbral como si nada. No. Agarrao, en medio de este huracán, a tu puerta gruesa y de madera, de parroquia vieja y asentada, para verte llegar estoy pero peleando para no ser arrastrado por la pena. Y es que hoy debe ser un día para todo lo contrario de lo que sea eso que llaman tristeza pero que esconde eufemismo por los cuatro costados. Ahora vemos la importancia de esa rutina plúmbea que tu llegada rompía.

Desconfía de quien te diga que hará como si nada porque estará más pendiente que nunca de tu rito al cruzar esa puerta gruesa y de madera, como te dije, de parroquia vieja y asentada.

Y ahora, arrímate a mi vera y escucha los golpes sobre lo que parece un yunque, tres seguidos, silencio y otros tres, así lleva un buen rato. Estoy en la calle Virgen de las Aguas esquina con Estaca de Bares pero no quiero continuar mi camino sin saber de donde vienen. Tres seguidos y silencio. Doy vueltas por Miriam, Virgen de la Soledad, Escapulario, Tiara y Mitra... hasta que enfilo Virgen de la Piedad que me lleva a la rotonda sobre la autopista. En el semáforo, el taller que me volvió loco imaginándome esa tarde de Martes Santo que tan pegado estuve a Su llamador. Todo será nuevo está vez porque cada año vamos de estreno, ya lo dijeron antes que un servidor, pero esta vez cuando se dice todo es nada.

Y con esa idea en la cabeza me quedé esperando, poco tiempo, en la parada que hay al principio de la Verea de PeroMingo, a que llegara el veintinueve. Ya lo veía a lo lejos.


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