Por su nombre la conoceréis

Quedan 36 días. 

Tocaría tirada larga que dirían los del Runtastic o como gustaba relatar en este mismo sitio a mi buen amigo el año pasado, chicotá de las antiguas pero no, no pudo ser porque esa peculiaridad nuestra de movernos entre calles, saltándonos las líneas rectas y directas me sacó de la glorieta de Ruperto Chapí, a la que llegue recorriendo completamente San Juan de la Cruz, antes de tiempo.
Me desvié por Tomás Pérez porque  quería recordar si mi memoria no fallaba una historia cuyo protagonista nombraba una calle cercana a esta que me servía para escapar de la glorieta. Por cierto que la de Tomás Pérez homenajeaba a uno de los promotores en 1615 de aquel Voto de Sangre Concepcionista de la querida Hdad. de Jesús Nazareno (si son coincidencias de nombre y no estaba dedicada a él que me perdonen los lectores pero un primitivo amigo me lo contó así y lo di por bueno, vamos, no le pedí papeles...), pues decía, disculpen el callejeo mental, que tras iniciarse esta salía a la derecha otra que nos llevaba de golpe al año de la Exposición Iberoamericana, aquel 1929 donde un canónigo erudito censuró el popular nombre con el que era conocida la Virgen de la Esperanza que habitaba en San Gil en el dorso de las estampitas que se repartieron en su besamanos de diciembre. Tenía advocación pero no nombre, Macarena, que sonaba a barrio, a callejuelas demasiado humildes segun Modesto Abin. Por suerte, al poco tiempo, se repuso esa injusticia y el pueblo, con sus poetas y su folclore, recuperaron el nombre. Y la ciudad, cosas del destino, puso el nombre de quien quiso que lo olvidáramos a una calle del Cerro del Águila.

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