Cercanías

Las diez de la noche era su frontera. La hora del último tren a su pueblo. De Domingo de Ramos a Miércoles. El Jueves Santo llegaba algo más tarde pero ya no se volvía hasta el mediodía del Viernes. Esa misma noche volvía a media tarde pero no había límite horario, se volvía con su primo Jaime en coche que venía para salir en El Cachorro. No conoció el Sábado Santo sevillano hasta hace poco.

De Domingo a Miércoles llegaba a las cuatro recién salido del trabajo y con un bocata en el cuerpo que había encargado en el Polvillo cercano a la estación. Una cocacola de lata y el programa. Tenía que estar el día metido en agua para no venir.

Hasta las diez menos cuarto si no le pillaba muy lejos del apeadero de San Bernardo.