Un canon no escrito

No nos da tregua esta cuaresma que ha empezado con una fuerza como no recordaba otros años. Los cultos internos mantienen su habitual regularidad, sobre los pies, sin alharacas pero dejando su poso entre los que acuden. Es una medicina con una posología alejada de prisas pero necesaria. Decía que ha empezando empujando el pertiguero a la bulla que se arremolina en este comienzo de cuarentena porque a los traslados y viacrucis habituales se  han unido de forma extraordinaria varios de mucho peso. Disfrutemos. Y hay ganas de calle, claro. Hay ganas de establecer esos vínculos diferentes entre el suelo que pisamos y el cielo que soñamos. Cuando no hay prácticamente diferencias entre una hermandad de barrio y otra de centro, entre una de capa y otra de cola, entre tantas cosas que las hace únicas ese día de salida. Esto será así pero ahora caminamos con otro compás, manteniendo ese canon no escrito. Y eso solamente podemos tenerlo estos días de espera.