Llevo un tiempo dándole vueltas a a la cabeza con la idea de que el arte, la forma de caminar por el siglo XXI, nuestra forma de entender la religiosidad en el contexto diario que vivimos, todo, se debería ver reflejado en lo que rodea y es la Semana Santa. Poco a poco vamos viendo como se introduce en la cartelería (la bocanada de aire fresco que nos llega desde Los Humeros cada año está expandiéndose), en algunos artículos en Intenet, poca literatura (todavía es un melón por abrir) y de forma muy escasa en la imaginería y talleres (como recuerdo el pasocriso del Nazareno de Carmona). y pinceladas en la programación televisiva. No es cuestión de eliminar lo viejo por lo nuevo, hay que mejorar el patrimonio incluyendo elementos que queden para las generaciones futuras. Eso incluye las formas de expresión actuales, siempre sin perder el poso que viene arrastrando el paso del tiempo. Y las mil formas de contar lo que hemos vivido, de tallar un rostro sufriendo, de transmitir lo mismo que siempre hemos sido pero no....ni las nuevas hermandades o asociaciones parroquiales se atreven, como si de una línea de producción fabril se tratase, más madera, más neobarroco, y muchas veces de baja calidad a bajo coste o incluso con renombre y minutas. Precisamente, ayer vi en las redes unos trabajos de unas diseñadoras que podrían estar en los estandartes de algunas de nuestras cofradías...
Pero, mañana, les hablo de esos caminos de ida y vuelta...