Quedan 21 días.

En cuaresma se pueden disfrutar de algunas sensaciones ya casi desaparecidas durante la Semana Santa, porque existe un contacto distinto con las devociones, mucho más directo, no sólo con la posibilidad que nos ofrecen los besamanos o en los propios traslados internos, pero también, especialmente para todo el público, los externos, ya sea para realizar cultos en un templo más amplio o por obligación (búscando refugio porque la casa de uno se cae a pedazos), incluso quienes cambian sólo para la salida, o en los propios vía crucis por la feligresía, en todos ellos se puede disfrutar de la entrada en el Templo, del saludo a la hermandad vecina, del regalo a las hermanas de clausura, de todo y con todos podemos disfrutar. Sin vallas, como antes. Porque ahora las salidas y entradas de las cofradías son la mayoría muy frías, excesivamente controlado y milimetrado, y lleno de vallas, y ya se que muchas están para evitar que quienes van a molestar no puedan salirse con la suya, pero lo siento, deben buscar otro método (quizás modificando horarios, itinerarios, días de salida, ordenes de paso, etc. o más profundamente, educación y respeto). Parece que muchos no son conscientes de estos cambios de cultura, de forma de ver cofradías, me refiero al cambio del calor que el público daba a las trabajaderas a la autopista para marchas y revirás, del cambio de la convivencia respetuosa del nazareno y el observador sin pisar la frontera imaginaria al desangelado y enorme vacío de un terreno acotado por vallas.