La frontera del tiempo

Esta vez sí. Esta mañana la niebla se dejó atravesar Esto nunca había sido fácil pero las últimas veces te llevaste a casa la derrota encuadernada en fotos de postal, sólo eso, y no sólo una vez. Pero está vez sí, esta vez la mano saliente sí encontró el calor necesario para continuar avanzando con la pierna izquierda, casi fuera de la densa y gris cortina, y luego la rodilla derecha. Con la punta del pie casi fuera, de nuevo la izquierda y luego la brisa en la cara chocaba con una respiración profunda. No pensaste ni durante un segundo en mirar hacia atrás. Allí quedaba la  sucesión de nubes espesas con pretensiones de hacerse interminable. Había que ir soltando amarras, hacerse más ligero. O eso intentarás recorriendo las fronteras que dibujan lo que una niebla de tres años ha dejado casi irreconocible. Tu memoria es ahora olivo, ceniza y en el calendario de cuadrículas de trazo irregular que domina tu nevera, la frontera del tiempo había sido marcada con dos líneas en rojo atravesadas.