Quedan 8 días.
Qué se nos va todo por eso que llaman el arte de hablar buscando el deleite o lo que os lo mismo, la retórica, y sus furibundos adalides, como Juan de Robles por cuya calle camino pensando que si tuviera más naranjos estaría disfrutando más y mejor, cómo huele la ciudad madre mía, y con la noche ya bailándole a la luna, un palio de vuelta, la cuadrilla que hará la entrada ya está esperando donde todos los años, a estas calles le falta una cofradía, le falta lo que no tuvo como otras tantas barriadas que no disfrutan ni de una noche de verano con procesión y velá. Seguro que la hubo cerca. Ya enfilo por Juan de Astorga y sin azahar que me inspire me veo en esa esquina esperando amores y ciriales. ¡Ay! y sin una velá. Pero otro Juan, el amigo de un amigo, me espera puntual en la puerta de otro templo, el Hogar San Fernando, que se hace chico ante la inmensidad del antiguo Hospital de las Cinco Llagas, qué barbaridad chiquillo me llegó a decir el mes pasado, ¿cabrían todos los pasos de Sevilla dentro? No he entrado nunca Juan, no lo se pero tiene pinta que sí, qué me cuentas hoy, nada de atropellos de tranvías ni pasos de mudá, algo de la Esperanza ¿no? Otra vez se me ha olvidado la grabadora que quiero pasar al ordenador lo que me cuentas y me pierdo en los detalles, ay la memoria que mala compañera es en ocasiones, ¿un pestiñito, Juan?